Los gerentes de proyectos, los especialistas en marketing y los desarrolladores tienden a preocuparse por las herramientas de traducción de la misma manera que se preocupan por el software de diseño gráfico. Mientras el talento que aplica la tecnología ofrezca un resultado aceptable, los instrumentos exactos que utiliza parecen en gran medida irrelevantes.
Pero en un proceso tan interconectado como la traducción de aplicaciones móviles o sitios web, todo lo que se necesita es un resultado errante para recordar a todos cómo el éxito o el fracaso de cada individuo afecta a todo el equipo. Entonces, cuando los traductores comienzan a hablar maravillas de lo mucho mejor que podría ser su trabajo con el contexto visual, en realidad es en el mejor interés de los gerentes de proyectos, los especialistas en marketing y los desarrolladores escucharlos.
Por qué a los lingüistas les encanta el contexto visual
El contexto visual no es un juguete nuevo y brillante; Es una forma fundamentalmente diferente de traducir. En lugar de comenzar con texto aislado en celdas de hoja de cálculo, los traductores pueden ver las cadenas a través de los ojos de su audiencia final.
Esta retroalimentación visual confirma inmediatamente los significados previstos, los requisitos de formato y una serie de otras sutilezas lingüísticas que son fundamentales para una traducción precisa. Como resultado, los traductores pasan menos tiempo esperando aclaraciones de sus compañeros de equipo y más tiempo procesando nuevas cadenas. Y en una profesión donde la remuneración se define por tarifas por palabra, esa eficiencia en última instancia se traduce en jornadas laborales más cortas o sueldos más abultados.
La velocidad tampoco va en detrimento de la calidad. Darles a los traductores la posibilidad de responder sus propias preguntas aumenta las probabilidades de traducir cadenas correctamente en el primer intento. E incluso si las traducciones incorrectas se transmiten a los correctores, el contexto visual les brinda la mejor perspectiva posible para detectar errores antes de la publicación.
El arma secreta del director de proyecto
El éxito de las estrategias de localización depende de un gestor de proyectos que pueda eliminar cualquier obstáculo que se interponga en el camino de las traducciones precisas y oportunas. Para la mayoría de los equipos, la mayoría de esos obstáculos se remontan a un problema de ambigüedad.
Cuando los traductores no tienen toda la información que necesitan, se ven obligados a pausar su trabajo para hacer preguntas aclaratorias o enviar una traducción "supuesta" para que los revisores la resuelvan. Se garantiza que el primer escenario retrasará cada vez más la entrega del proyecto, y el segundo aumenta significativamente el riesgo de errores que deberán resolverse en una fecha posterior.
Tradicionalmente, los gestores de proyectos han abordado esta ambigüedad añadiendo manualmente notas contextuales a las hojas de cálculo del texto de origen, o resignándose a responder a docenas de correos electrónicos cada semana de traductores confundidos. En cualquier caso, sin embargo, sus esfuerzos representan horas de actividad desperdiciada que podrían haber sido (al menos parcialmente) eliminadas a través del contexto visual.
Al dotar a los traductores de una herramienta que les ayuda a mejorar de forma independiente la velocidad y la precisión de los datos básicos, los gestores de proyectos pueden, en última instancia, dedicar más tiempo y atención a la planificación de mejoras más profundas en los procesos.
El escudo de confianza del vendedor
Los profesionales del marketing suelen abordar la traducción con sentimientos encontrados. Están ansiosos por expandir su audiencia objetivo, pero al mismo tiempo les preocupa si el contenido llegará al mercado a tiempo y brindará los resultados deseados.
Afortunadamente para los especialistas en marketing propensos a prometer plazos inminentes, ya sabemos que el contexto visual está diseñado para promover la velocidad de traducción. Se evitan de forma proactiva los largos debates lingüísticos y rara vez se requieren segundos intentos. Pero esta innovadora herramienta de traducción también puede ser un meticuloso gestor de marca.
Los equipos que ofrecen a sus traductores y revisores una perspectiva completa de lo que verá el cliente reducen en gran medida el riesgo de que se produzcan errores embarazosos y elementos incompatibles en producción. Y cuando el contexto visual está vinculado a recursos lingüísticos como glosarios y guías de estilo, las empresas pueden estar seguras de que su contenido habla con la misma voz en todos los idiomas.
El aliado confiable del desarrollador
Los desarrolladores de sitios web y aplicaciones sin duda valoran el valor de la localización, pero no pueden evitar medir el esfuerzo asociado en términos del tiempo que les quita de sus tareas de mantenimiento, desarrollo e innovación de productos.
Los escenarios más frustrantes a los que se enfrentan los desarrolladores suelen surgir de un conflicto entre las precisiones lingüísticas y las realidades de la UX. Es posible que las traducciones que son gramaticalmente correctas no necesariamente encajen dentro de la interfaz o se alineen con la función prevista. Una traducción al alemán que contiene muchos más caracteres que su equivalente al inglés, por ejemplo, puede infringir los requisitos de formato del menú de navegación de una aplicación móvil.
Como resultado, los desarrolladores se enfrentan a una situación similar a la de los gerentes de proyectos. Pueden describir manualmente el contexto visual y los requisitos funcionales antes de que los traductores comiencen, o informar y ayudar a resolver errores después de que ocurran. De cualquier manera, su tiempo y su moral se agotarán.
El escenario más gratificante sería generar automáticamente un contexto visual para cada trabajo de traducción desde el principio. De esa manera, una vez que los expertos lingüísticos aprueban las traducciones, los desarrolladores pueden estar seguros de que las cadenas que reciben se pueden cargar rápidamente con cambios mínimos en el contenido o el código.